El poder a lo largo de la historia de la humanidad ha sido un
arma poderosa, codiciada por muchos, pero pocos han sido los privilegiados que
logran dominar, comprender y ejercerlo con fines inclinados hacia le bien, es
señal inequívoca de superioridad, establecida por quien lo ejerce y bien
ejecutado si alcanza sus objetivos.
El poder se puede gestar por cuestiones relacionadas al
estatus, inteligencia u otros factores que siembran la semilla que más tarde
para bien o para mal dará frutos que serán empleados contra un individuo o
grupo. Esta característica tiene como objetivo influir sobre la gente, pues
para fines prácticos, puede ser una herramienta de control que puede modificar
o cambiar la forma de pensar de las personas.
Aunque no sólo puede influenciar en los pensamientos, también
en las acciones y de manera inmediata se puede percibir que va acompañado de
una personalidad con liderazgo, dado que para influenciar a alguien se necesita
contar con una imagen en quien puedan creer y tomar como una figura de
autoridad, capaz de lograr lo que quienes lo admiran, siguen, respetan o temen
no pueden o no se atreven a alcanzar.
Las fuentes de poder es de donde
las personas lo consiguen, y la definición de esto, se ha dividido en cinco
tipos, estos son:[1]
De una u otra manera, está
presente en las tres novelas leídas en el taller de artes literarias y son en
gran medida, el reflejo de cierta porción de la psicología y personalidad de
los actores que en ellas aparecen, (Pedro Páramo de Juan Rulfo, Los de debajo
de Mariano Azuela y Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez).
Para el caso específico del
personaje principal de la primera novela, «Pedro Páramo», de manera inmediata
podemos percibir un sistema de control basado en el cúmulo de capacidades
desarrolladas por este complejo personaje, tomando como base la ejecución de un
régimen de control autoritario y apoyado por el miedo que ejercía sobre las
personas, logrando de esa manera tener bajo su jurisdicción a todo un pueblo,
mismo que podía desaparecer o mejorar en la medida que él lo decidiera, tal y
como si se tratara de un interruptor para encender o apagar un foco.
Este personaje utiliza el poder
para convicción propia, viendo única y exclusivamente el beneficio hacia su
persona, sin importarle el bienestar de los demás individuos. Pedro Páramo, un
hombre frío, para quien los sentimientos de otros no tenían valor alguno,
dispuesto siempre a lastimar, menospreciar, humillar y jugar de manera desleal.
Una mente siniestra, tal vez brillante si sus actos hubieran evocado el bien.
¿Quién no quisiera se Pedro
Páramo?, lleno de riqueza, tierras, poder, mujeres, teniendo lo que quisiera a
su disposición, desgraciadamente debido al mal manejo de todos esos recursos,
no logró encontrar la felicidad que el conjunto de todo eso pudiera hacer
pensar que de manera casi lógica debería existir. Una mente tan compleja, llena
de poder no tiene límites, este recurso de control desata la ambición, convirtiéndose
en un vaso que pese a estar lleno, nunca deja de recibir más y más, es como
querer llenar un agujero negro, algo sin límites, tal y como sucede en la
escena en que:[2]
-¿No le pediste algo de
adelantado a Dolores?
-No, patrón. No me
atreví. Esa es la verdad. Estaba tan contenta que no quise estropearle su
entusiasmo-
-Eres un niño.
« ¡Vaya! Yo un niño.
Con casi 55 años encima. El apenas
comenzando a vivir y yo a pocos pasos de la muerte.»
-No quise quebrarle su
contento.
-A pesar de todo eres un
niño.
-Está bien patrón.
-La semana venidera irás
con el Aldrete. Y le dices que recorra el lienzo. Ha invadido tierras de la
Media Luna.
-Él hizo bien sus
mediciones. A mí me consta.
-Pues dile que se
equivocó. Que estuvo mal calculado. Derrumba los lienzos si es preciso.
-¿y las leyes?
-¿Cuáles leyes, Fulgor?
La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros. ¿Tienes trabajando en la
Media Luna a algún atravesado?
-Sí, hay uno que otro.
-Pues mándalos en
comisión con el Aldrete. Le levantas un acta acusándolo de «usufruto» o de lo
que a ti se te ocurra. Y recuérdale que Lucas Páramo ya murió. Que conmigo hay
que hacer nuevos tratos.
Capaz de inculpar con tal de conseguir lo que se propone, pero: -Don Pedro,
¿por qué no hacer el bien con tanto poder? La bondad no es algo que lo
caracterice-, es un tipo caprichoso y rencoroso del que hay que cuidarse, la
confianza es algo que uno no puede brindarle y aunque se le entregara usted no
sabría apreciarla. Su personalidad lo incapacita para vender su alma al diablo,
pero si le facilita la posibilidad de vender hasta al mismo diablo y su astucia
a encontrar el comprador, adecuado o no, a usted no le importará siempre y
cuando alcance su meta.
Dictador y tirano, pero como todos tuvo un punto débil, el amor, mismo que
lo llevó a la perdición y a la muerte, desgraciadamente para muchos, se llevó a
todo un pueblo entre los pies, si bien es cierto que siempre consiguió todo lo
que quiso, se dio cuenta que el amor no es un bien que se pueda comprar o
poseer a la fuerza, aun así, no mostró señal alguna de flaqueza[3]
:
Sintió que unas manos le tocaban los hombros y enderezó el cuerpo,
endureciéndolo.
-Soy
yo, don Pedro – dijo Damiana- . ¿No quiere que le traiga su almuerzo?
Pedro
Páramo respondió:
-Voy
para allá. Ya voy.
Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros e hizo intento de caminar. Después
de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro; pero sin decir una sola
palabra. Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera
un montón de piedras.
Para el caso de la novela «Los de abajo» de
Mariano Azuela, el personaje con una especial carga de poder es Demetrio Macías,
hombre con dotes de líder, capaz de dirigir y controlar las acciones de todas
las personas que lo seguían, basado en la imagen de respeto que para la mayoría
representaba, era un personaje con gran valentía.
Tal vez su adiestramiento y estrategias de batalla
no eran las óptimas, pero gracias a sus conocimientos en el terreno en que se
daban los enfrentamientos, al valor y al arte de la improvisación, salió
victorioso con su gente en diversas ocasiones; era un hombre con ideales, quizá
no los tenía del todo claros, pero conocía hacia donde apuntaban y el parecía disfrutar
lo que hacía y gracias a su carisma le era fácil relacionarse:[4]
Todo fue regocijo y
entusiasmo. Los amigos de Demetrio, en la excitación de la borrachera, le
ofrecieron incorporarse a sus filas. Demetrio no podía hablar de gusto. “¡Ah,
ir a batir a los orozquistas!... ¡Habérselas al fin con hombres deveras!...
¡Dejar de matar federales como se matan liebres o guajolotes!”
Un caso más de un buen líder con poca o nula
preparación académica, pero eso de ninguna manera fue impedimento para poder
ser la cabeza que organizaba y mandaba, aunque en diferentes ocasiones sus
palabras no parecían para nada amables hacia las personas que comandaba:[5]
-Para Camila, la yegua
mora- ordenó Demetrio a Pancracio, que ya estaba ensillando.
-Camila
no se puede ir- dijo la pintada con prontitud.
-¿Quién
te pide a ti tu parecer?- repuso Demetrio con aspereza.
Demetrio era un hombre fanfarrón a quien le
gustaba dar a notar su gran capacidad de manejo y disparo con las armas, mismas
que fueron sus más fieles compañeras en la travesía por esta vida hasta el
final:[6]
Demetrio apunta y no
yerra un solo tiro… ¡Paf! … ¡Paf! … ¡Paf! ...
Su puntería famosa lo
llena de regocijo; donde pone el ojo pone la bala. Se acaba un cargador y mete
otro nuevo. Y apunta…
El humo de la fusilería
no acaba de extinguirse. Las cigarras entonan su canto imperturbable y
misterioso; las palomas cantan con dulzura en las rinconadas de las rocas;
ramonean apaciblemente las vacas.
La sierra está de gala;
sobre sus cúspides inaccesibles cae la niebla albísima como un crespón de nieve
sobre la cabeza de una novia.
Y al pie de una
resquebrajadura enorme y suntuosa, como pórtico de vieja catedral, Demetrio
Macías, con los ojos fijos para siempre, sigue apuntando con el cañón de su
fusil…
Para el tercer caso, «Crónica de una muerte anunciada» de Gabriel García
Márquez, aparece un personaje femenino que presenta una mente maestra en su
vivir, alcanza sus objetivos y es tan sutil que pudiera pasar inadvertida su capacidad
de control. Ángela es su nombre y vivió llena de sentimientos y situaciones
llenas de contrastes tremendamente impactantes.
Una mujer
hermosa, con una mente poderosa, una combinación para estremecer hasta al más
de los diestros, habilidades que juntas pueden ser un arma letal y si a eso le
sumamos una frialdad suprema para poder guardar un secreto sin ser descubierta
nunca, tenemos un personaje que posiblemente podría dominar y controlar al
diablo mismo.[7]
Ángela Vicario era la más bella de las cuatro, y mi madre decía que había
nacido como las grandes reinas de la historia con el cordón umbilical enrollado
en el cuello. Pero tenía un aire desamparado y una pobreza de espíritu que le
auguraban un porvenir incierto.
Albergó en su
vida el secreto de la pérdida de su virginidad, nunca se supo cuándo y la
ausencia de la identidad de con quién sucedió fue la base. Capaz de culpar a
cualquiera con tal de cuidar al responsable, pese a que nunca se menciona que
causas la llevan a tal encubrimiento y pese a que se decía que: «Son perfectas-
le oía decir con frecuencia-. Cualquier hombre será feliz con ellas, porque han
sido criadas para sufrir.»[8],
pero Ángela era un ente pensante libre y nunca adoptó ataduras para su vida.
Cualquiera
pensaría que uno de los personajes más poderosos de esta novela fue el esposo
de Ángela, pues tenía más dinero que nadie, pero incluso el con todo y su
refinada forma de ser, fueron parte del juego de tan ingeniosa dama. Tuvo una
boda con la que cualquiera hubiera soñado en esa región, viviría en la casa que
ella escogió, seguro había muchas mujeres que la envidiaron.
Por otra
parte, es confuso, pero se puede conocer que era una persona de honor, pues
tras cuidar la identidad de su primer amante, no quiso mentir en relación a su
virginidad, esto aclarando que sus actos iban directamente enfocados a
conseguir sus objetivos, fue libre, tal y como a ella le gustaba y hasta que
quiso, después envió muchas cartas que sabía que harían regresar a su esposo,
cuestión que también consiguió, después de vivir sin ataduras.
[1]Consulta: [11/06/2013] http://conceptosydefiniciones.wordpress.com/2011/07/08/definicion-de-poder/
Poder coercitivo: Este tipo de poder se basa en el miedo,
uno tiene poder por sobre los demás ya que si las personas no lo obedecen,
estas serán castigadas con agresiones físicas, sanciones, etc.
Poder de recompensa: Como el nombre lo dice, este tipo de poder
es por medio de incentivos, las personas cumplen con lo que se les ha pedido
porque a cambio recibirán algo que desean. En el caso de una empresa por
ejemplo, la recompensa recibida son: Un aumento de sueldo, una buena evaluación
de desempeño, etc.
Poder legítimo: Este poder es debido a la autoridad que la
persona tiene, o sea que dependiendo de la jerarquía que ocupe, tiene de forma
obligada este poder, tal y como sería una madre en una casa o un gerente en una
empresa.
Poder de experto: Este poder es quizá el más importante de
todos, ya que se recibe por medio de la experiencia y el esfuerzo, es el poder
que recibe una persona por el hecho de haber cometido muchos logros de valor, o
por haber hecho grandes aportes al área en el que se desarrolla.
Poder referente: Este poder surge debido a la admiración.
Es el poder que recibe una persona debido a lo importante que resulta ser su
persona para con los demás, es considerado un modelo a seguir o un ejemplo de
persona.
[2] Sic. Rulfo, Juan, Pedro Páramo, Planeta, México, 1999,
pp. 35-36.
[3] Rulfo, Juan, Pedro Páramo, Planeta, México, 1999, p. 101.
[4] Azuela,
Mariano, Los de Abajo, Fondo de
cultura económica, México, 2012, p. 109.
[5]Sic.
Ibíd.
[6] Ibíd.
pp. 150-151.
[7] García,
Gabriel, Crónica de una muerte anunciada,
Diana, México, 2010, p. 35.
[8]
Ibíd.
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