jueves, 16 de mayo de 2013


Duda personal

-¿Maestro que tal?

-Adelante, pasa, ¿cómo te va?

-Muy bien, gracias

-Hace tiempo que no te veía por aquí

-Sí, es que he andado atareado pero hoy decidí ser libre y venir a verlo

-Muy bien, ¿te molesta si trabajo mientras platicamos? 

-Claro que no, de hecho es muy grato verlo trabajar

-Bien, es que tengo que terminar esta escultura, me están presionando, ya sabes

-Me imagino, la gente piensa que es como hacer enchiladas

-Ja ja, pues sí, pero ¿qué le hacemos?, de esto vivimos. ¿Y que te trae por acá?

-He tenido un par de cuestiones que no he podido resolver y creo que usted y sus experiencias me serían de gran ayuda

-Bueno, gracias por acudir a mí, espero poder ayudarte

-Yo sé que si maestro, sabe he querido plasmar en una pintura la transición que ha tenido Tonantzin, como la transformaron en la virgen de Guadalupe y como es que al final son casi lo mismo, pero usted sabe que tomar imágenes religiosas es algo delicado

-Claro, mira, cuando hice la escultura del Papa y le puse a la virgen en su manto, sabía que iba a haber personas a las que no les parecería, pero sentí que estaba haciendo lo correcto, lo creí y ahora forma parte de mi obra. A veces hay que atreverse y así lo hice, aunque hay que medir la magnitud de las consecuencias

-¿Y cómo hago para que no se mal entienda?

-Eso amigo, es trabajo del artista y sólo tú puedes encontrar ese camino

-Muchas gracias maestro.

 
El amigo payaso
 
La tarde es tranquila, es extraño pero hay poco ruido, el viento sopla y calma el calor que el padre sol dejó caer sobre el asfalto, muy contadas son las personas que transitan la calle y todo fluye con un ritmo poco acelerado.
Los personajes que esporádicamente aparecen, no parecen fuera de lo normal, pese a lo peculiar del barrio; una pareja comenta mientras camina: -¡ahora ni borrachos hay!- , a lo que su acompañante contesta: -¿quién va a querer salir si el día está de güeva?-. La tarde se va consumiendo y casi es hora de que la luminaria pública se encienda.
Aquí sólo estamos cuatro personas, sentadas, en espera de que algo rompa con lo cotidiano del domingo, disfrutamos del sabor de una dulce sandia mientras allá a lo lejos ocurre lo esperado: un payaso en una motoneta da vuelta allá a lo lejos, como no reconocerlo si seguido pasa por aquí, es amable y bromista.
Poco a poco se acerca hacia donde nos encontramos, su ritmo es pausado pues no lleva prisa y el día lo amerita, un auto viene en contrasentido más o menos a la misma velocidad que nuestro maquillado amigo, pocos segundos después pasa justo en frente, voltea, su mano izquierda suelta el manubrio y moviéndola de un lado a otro saluda, pierde de vista por unos instantes lo que frente a él está, cuando de pronto se escucha un ligero golpe.
  Paf, un leve impacto contra el costado de un vocho, Rintintin pierde un poco el equilibrio pero no cae, el chofer del auto se detiene y más allá de preguntar si nuestro amigo motociclista se hizo daño reclama, dos personas de las que nos encontrábamos ahí intervienen.
El chofer del auto se ve estresado, quizá aturdido por el sol, está enojado y echando bronca, todos toman el puesto de agente de seguros y revisan el golpe del auto, -¡cha, si ni le pasó nada! Dice uno, - ¡si nomás es por hacerla de pedo¡- responde otro, mientras Rintintin se orilla y acomoda su pintoresca moto, tampoco le pasó nada.
Quien manejaba el vocho sigue molesto y parece tener ganas de pelar, no parece de este barrio y debería saber que aquí no es lugar para estar emberrinchado, el amigo maquillado se acerca a él, todos observamos, la incertidumbre se hace presente y  como no, ¿quién ha visto a un payaso pelear o discutir por un choque vehicular?.
Poco a poco llega a encarar al individuo que se encuentra enfurecido, mete la mano a una bolsa de su peto y la curiosidad se hace presente, saca un puñado de billetes de a quinientos, falsos y de juguete todos ellos y exclama: -¡no te pongas así hermano, tranquilo yo pago, ¿cuánto es de tu golpe?-, -no maaa…- dice un amigo, -ese cabrón se pasa, rifado el chavo-, acto seguido, cambia el rostro del enojado, el mal humor se esfuma y una sonrisa se dibuja en su rostro.
Rintintin dice: -no hagas corajes, te invito un chesco, la neta venía en la baba-, a lo que el individuo contesta: -simón carnal, me acabas de hacer el día, chido por eso-, ambos chocaron sus refrescos antes de beber de ellos y todos les hicimos compañía, ¡cha! Que cosas pasan en el barrio.