El amigo payaso
La tarde es tranquila, es extraño
pero hay poco ruido, el viento sopla y calma el calor que el padre sol dejó
caer sobre el asfalto, muy contadas son las personas que transitan la calle y
todo fluye con un ritmo poco acelerado.
Los personajes que
esporádicamente aparecen, no parecen fuera de lo normal, pese a lo peculiar del
barrio; una pareja comenta mientras camina: -¡ahora ni borrachos hay!- , a lo
que su acompañante contesta: -¿quién va a querer salir si el día está de
güeva?-. La tarde se va consumiendo y casi es hora de que la luminaria pública
se encienda.
Aquí sólo estamos cuatro
personas, sentadas, en espera de que algo rompa con lo cotidiano del domingo,
disfrutamos del sabor de una dulce sandia mientras allá a lo lejos ocurre lo
esperado: un payaso en una motoneta da vuelta allá a lo lejos, como no
reconocerlo si seguido pasa por aquí, es amable y bromista.
Poco a poco se acerca hacia donde
nos encontramos, su ritmo es pausado pues no lleva prisa y el día lo amerita, un
auto viene en contrasentido más o menos a la misma velocidad que nuestro
maquillado amigo, pocos segundos después pasa justo en frente, voltea, su mano
izquierda suelta el manubrio y moviéndola de un lado a otro saluda, pierde de
vista por unos instantes lo que frente a él está, cuando de pronto se escucha
un ligero golpe.
Paf, un
leve impacto contra el costado de un vocho, Rintintin pierde un poco el
equilibrio pero no cae, el chofer del auto se detiene y más allá de preguntar
si nuestro amigo motociclista se hizo daño reclama, dos personas de las que nos
encontrábamos ahí intervienen.
El chofer del auto se ve
estresado, quizá aturdido por el sol, está enojado y echando bronca, todos
toman el puesto de agente de seguros y revisan el golpe del auto, -¡cha, si ni
le pasó nada! Dice uno, - ¡si nomás es por hacerla de pedo¡- responde otro,
mientras Rintintin se orilla y acomoda su pintoresca moto, tampoco le pasó nada.
Quien manejaba el vocho sigue
molesto y parece tener ganas de pelar, no parece de este barrio y debería saber
que aquí no es lugar para estar emberrinchado, el amigo maquillado se acerca a él,
todos observamos, la incertidumbre se hace presente y como no, ¿quién ha visto a un payaso pelear o
discutir por un choque vehicular?.
Poco a poco llega a encarar al
individuo que se encuentra enfurecido, mete la mano a una bolsa de su peto y la
curiosidad se hace presente, saca un puñado de billetes de a quinientos, falsos
y de juguete todos ellos y exclama: -¡no te pongas así hermano, tranquilo yo
pago, ¿cuánto es de tu golpe?-, -no maaa…- dice un amigo, -ese cabrón se pasa,
rifado el chavo-, acto seguido, cambia el rostro del enojado, el mal humor se
esfuma y una sonrisa se dibuja en su rostro.
Rintintin dice: -no hagas
corajes, te invito un chesco, la neta venía en la baba-, a lo que el individuo
contesta: -simón carnal, me acabas de hacer el día, chido por eso-, ambos
chocaron sus refrescos antes de beber de ellos y todos les hicimos compañía,
¡cha! Que cosas pasan en el barrio.
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